TAPA BLANDA, LIBRO USADO, RECUERDA QUE EL 10% DE ESTA VENTA COLABORA CON FUNDACIONES QUE FOMENTAN LA LECTURA EN ZONAS VULNERABLES. En su último libro, El mundo del adolescente (Editorial Universitaria), Armando Roa abarca tal número de temas interesantes, y con tal variedad de enfoques y sugerencias, que es difícil hacerse cargo de ellos desde una perspectiva unitaria. Elijo, pues, un motivo recurrente de este vasto ensayo: la relación entre nuestra juventud actual y la cultura, o la escasa presencia del libro en el mundo adolescente de hoy. El autor profesa una fe viva en el papel formador de las lecturas, desde las más tempranas -los cuentos y leyendas en la aurora de la imaginación infantil- hasta las más maduras -la frecuentación de filósofos y poetas por parte del universitario. El panorama que divisa Armando Roa, como siquiatra y como hombre de letras, no es halagüeño. Piensa que muchos trastornos de la conducta juvenil proceden, en nuestros días, de la ausencia de ingredientes imaginarios en su formación: desprovisto de fantasía creadora, el mundo adolescente es desolado y aburrido, y sus ensoñaciones de corto vuelo giran en torno al sexo y al éxito material, o se pierden en la vacuidad, el apagamiento y la angustia. Entre las líneas de este diagnóstico diviso un elemento biográfico del autor que torna cálidas y apasionadas -y también discutibles- estas afirmaciones: me refiero a su nostalgia de la formación literaria de “los muchachos de entonces”; al recuerdo personal de una infancia enriquecida por la Caperucita Roja y la Lámpara de Aladino, por los entretelones del crimen de Bécker en la legación alemana de Santiago, por los episodios entre domésticos y legendarios de la revolución de 1891; y más tarde, a la memoria de una vida universitaria nutrida por las páginas de Bergson, Proust, Scheler o Rilke, discutidos en el Club de Debates de la Universidad Católica.

Calificación del estado de los libros:

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